La crisis que viene
Inicia el nuevo año más movido que de costumbre. El proceso de la elección
del nuevo titular de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estuvo envuelto
en un escándalo controversial que derivó en un resultado poco esperado y
sano para la República. La captura de Ovidio Guzmán en Sinaloa dio un viraje
de 360 grados en la política de seguridad del país, aunque con costos en el
corto y mediano plazo, pero también benéfico para la nación.
En cuanto a economía, los agoreros han lanzado aventurados presagios de una
probable crisis a mediados de año. Las altas inflaciones en países como México
y Estados Unidos obligaron a incrementos constantes, y algunas veces bruscos,
de las tasas de interés, y aunque se prevé irán a la baja y que pronto lleguen a
su punto de equilibrio, son parte de las razones de la argumentación fatalista.
La decisión de algunos agentes económicos de migrar a mercados de renta fija,
dadas las tasas más altas, ha quitado presión al de valores, con la consecuente
caída de los índices relevantes, lo cual acrecienta el temor de una recesión.
Terminamos un 2022 que consistió en volver a salir, a retomar proyectos
dejados en el tintero, a regresar al abrazo de los seres queridos y al saludo de
apretón de manos. Tratamos de volver a una normalidad añorada que nunca
volverá del todo. Más bien nos estamos acostumbrando a una nueva
normalidad más precavida y menos confiada.
Es cierto que aún no cerramos las heridas causadas por nuestros muertos en la
pandemia y, en algunos estados, a causa de la inseguridad, pero de alguna
forma esta cercanía con la muerte de manera natural nos ha restado capacidad
de asombro. Por un lado, nos ha vuelto más sensibles y nos ha obligado a
valorar la vida, pero por el otro, nos ha impuesto medidas de supervivencia
que no siempre son positivas para una sociedad.
Más que una posible crisis económica, me preocupa más el estallido de una
crisis social, causada por la pérdida de valores y el encono social promovido
por algunos actores políticos. Por supuesto que debemos estar atentos y tomar
previsiones para una eventual recesión, pero sin excesos, porque nosotros
mismos la estaríamos generando.
Los pronósticos recesivos abarcan también a Estados Unidos. Y aunque ya
cambiaron aquellas condiciones de contagio en las que el catarrito
norteamericano se convertiría en una pulmonía mexicana, sin duda nuestro
destino está altamente correlacionado con el de nuestro principal socio
comercial, proveedor además de las valiosas remesas que llegan a los sectores
más desprotegidos.
Lejos de entrar en pánico, sigamos dando lo mejor de sí, trabajando como
sabemos hacerlo, fortaleciendo los valores esenciales y promoviendo la unidad
entre todos los mexicanos.