De compras
Todos trabajamos para obtener ingresos que nos permitan adquirir los bienes y
servicios básicos para vivir. Las necesidades de las personas siempre tenderán
a ser infinitas y tendrán que ser satisfechas con recursos limitados. Por eso es
muy importante que maximicemos los pesos, aunque demos más pasos, que
gastemos con responsabilidad e inteligencia, para que nuestro sueldo nos rinda
más.
Aunque ya pasó el muy esperado Buen Fin, con gran éxito, por cierto, muchas
de las promociones continúan el resto de la semana y se aproxima, aparejada
con los aguinaldos, la época navideña en la que se incrementa el gasto de las
familias. Así que reflexionar sobre las compras por realizar puede sernos de
gran utilidad.
Debemos tener mucho cuidado y ser muy responsables al posponer los pagos.
Si bien es cierto que el crédito al consumo no es necesariamente malo, sí
debemos ser cautelosos con el objetivo de este. Antes de atravesar la tarjeta
de crédito, debemos pensar en algunas reglas financieras básicas.
La primera. Nunca debemos endeudarnos por más del recurso que vayamos a
tener disponible, después de descontar el pago de los bienes y servicios
básicos, dentro de los próximos tres meses. Si fallamos en el pago debemos
recordar que el apalancamiento más caro es precisamente el de las tarjetas de
crédito y más en un contexto de alzas en las tasas de interés.
La segunda. No existen los meses sin intereses. Si algunos establecimientos los
ofrecen, es porque el cobro del interés ya va incluido en la parcialidad y se
disfraza como un descuento por pago de contado.
La tercera. Nunca debemos adquirir a crédito un bien o servicio cuyo goce dure
menos que el tiempo que tardemos de pagar el crédito. Por ejemplo, unas
vacaciones o una cena en un restaurante deberán ser liquidadas de contado,
mientras que la compra de un coche o una computadora podrán adquirirse a
crédito. Es como pagar una renta por el uso del bien, pero más barata y con el
beneficio que al final del contrato nos quedaremos con él.
La cuarta. Nunca comprar con premura ni en el momento álgido de la
necesidad. En la medida de lo posible debemos tratar de programar nuestras
compras, comparar precios y calidades y exigir un buen servicio. Las prisas nos
conducen a malas elecciones. Cuando más caro nos sale la despensa es
cuando vamos al súper con hambre. Y si nos acompañan nuestros niños,
¡mucho más!
A todos nos cuesta mucho trabajo ganar los pesos. Cuidémoslos. Siempre
tratemos de dejar un ahorro para alguna contingencia y, cuando se pueda,
invirtámoslos para que nos reditúen en el futuro. No se necesita tener mucho
dinero si se gasta con sabiduría. Como decía mi abuelo, “no es más rico el que
tiene más, sino el que necesita menos para ser feliz”.