
Un “Acuerdo de Mar-a-Lago” podría poner en jaque al dóla
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, alude con frecuencia a la necesidad de un nuevo “Bretton Woods”. Este acuerdo tendría como objetivo resolver tres desafíos interconectados: el déficit comercial de Estados Unidos, la sobrevaloración del dólar —que afecta su competitividad— y los costos que conlleva su papel como garante de la seguridad global.
La idea, según la Casa Blanca, es utilizar la influencia comercial y militar de EE.UU. para presionar a otros países a depreciar sus monedas frente al dólar, sin comprometer su estatus como divisa de reserva internacional.
Viejas fórmulas, nuevos riesgos
La propuesta remite a dos episodios clave: el Acuerdo Smithsonian de 1971, con el que Nixon suspendió la convertibilidad del dólar en oro, e impuso aranceles del 10%; y el Acuerdo del Plaza de 1985, en el que Reagan logró que las principales economías del G5 intervinieran para debilitar el dólar.
Ambas estrategias partieron de una misma idea: el dólar estaba demasiado fuerte y perjudicaba a los exportadores estadounidenses. En ambos casos, EE.UU. recurrió a medidas unilaterales, como aranceles, para presionar a sus aliados. Bessent parece seguir esa línea, al sugerir que los aranceles actuales buscan sentar las bases de un nuevo pacto. Trump incluso afirma que decenas de países están dispuestos a negociar.
¿Qué cambió ahora?
A diferencia del pasado, los contextos actuales hacen más riesgosa esta jugada. El Acuerdo Smithsonian fracasó cuando EE.UU. continuó expandiendo el gasto público y el dólar perdió más valor del previsto. El Acuerdo del Plaza fue seguido por el Acuerdo del Louvre en 1987 y una crisis bursátil global.
Ahora, el riesgo es aún mayor: Trump y su equipo creen que los aranceles no solo presionarán a otros países, sino que también financiarán recortes de impuestos, convirtiéndose en una política permanente. Esta visión se basa en ideas como las de Stephen Miran —asesor económico clave—, quien sugiere usar las garantías de seguridad de EE.UU. como herramienta para forzar cambios monetarios en países que poseen activos en dólares.
¿El dólar en peligro?
Este tipo de maniobras ya tiene precedentes: en los años 60, EE.UU. presionó a Alemania Occidental para alinearse con su política monetaria a cambio de protección militar. También en el periodo de entreguerras, potencias como Reino Unido y Francia ofrecían seguridad a cambio de que otros países mantuvieran reservas en sus monedas. Pero eso colapsó cuando esos estados perdieron confianza y exigieron mantener oro.
Hoy, algo similar ocurre: países como China, Rusia, Turquía y varias economías de Europa del Este —como Polonia, Hungría o Chequia— están aumentando sus reservas de oro y alejándose del dólar.
El peligro de un “Acuerdo de Mar-a-Lago” es evidente: utilizar la influencia comercial y militar de Estados Unidos como palanca para debilitar el dólar podría minar la confianza internacional en su moneda. En lugar de fortalecer a los trabajadores estadounidenses, este enfoque podría desencadenar una crisis de confianza global que EE.UU. ya no está en condiciones de liderar.
Replicar acuerdos del pasado no solo sería ineficaz, sino que podría resultar catastrófico.