
La solución para las donaciones
Lo único constante es el cambio. Desde hace más de 25 siglos filósofos griegos, como
Heráclito, desarrollaron sus estudios en torno a ese axioma. Día con día cambia
nuestro cuerpo, nuestras mentes maduran y hasta nuestras relaciones sufren una
permanente metamorfosis. “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”, dice
el Poema 20 de Pablo Neruda.
Nadie se puede bañar en el mismo río dos veces, porque cambia el contenido del río y
cambia la persona. Es tan natural el cambio al ser humano que resulta difícil
comprender por qué nos cuesta tanto aceptarlo.
Incluso hasta cuando se nos ofrece una opción mejor de cambio nos resistimos a
tomarla: una inversión más rentable, un departamento más espacioso por la misma
renta, un médico con mejores referencias y credenciales.
Existe una condición humana reacia al cambio, conocida en psicología como “sesgo del
status quo”. En Francia, 90% de la población es donadora de órganos. En Estados
Unidos, 14%, y en México ni siquiera existe una estadística al respecto, pero la cifra
con toda seguridad es cercana a cero. ¿Somos los mexicanos o son los
norteamericanos más mezquinos y egoístas que los franceses? ¡Para nada! La
diferencia está en la forma en la que se plantea el asunto.
Mientras en Francia por mandato legal todos son donadores salvo quien exprese lo
contrario, en México, aunque la Ley General de Salud nos denomina a todos los
ciudadanos donadores tácitos, se tiene que obtener una tarjeta en el Centro Nacional
de Trasplantes que nos acredite como tal y debe ser presentada por los familiares
después del fallecimiento de la persona, trámites que nadie realiza. Aún si el
interesando hubiera obtenido su tarjeta, y aún habiéndolo manifestado en la licencia
de conducir, si sus familiares no la presentan por desconocimiento, abulia o por estar
en contra de la profanación del cuerpo de su ser querido, no se perfecciona el
supuesto y no se donan los órganos.
La disposición de retirar el salero de las mesas en los restaurantes para llevarlo a
petición expresa del comensal y la inclusión de todos los servicios adicionales por
“default” –salvo que se desmarque la opción– en la compra de boletos por Internet de
algunas aerolíneas, son ejemplos de la utilización del sesgo de status quo como
política de salud y estrategia comercial.
Siempre será mejor entender el comportamiento humano, aún y cuando parezca
irracional, y diseñar los incentivos correctos para obtener el resultado deseado, que
pretender conseguirlo por la fuerza. Con las adecuaciones legislativas correctas
podremos incrementar exponencialmente la disponibilidad de órganos en nuestro
país. Solo se requiere ingenio y voluntad.