
La hipótesis de los abuelos
“Si hubiese sabido antes lo que es ser abuelo, habría tenido primero a mis
nietos y luego a mis hijos”, escribió en uno de sus magníficos textos Armando
Fuentes Aguirre, “Catón”, cronista de Saltillo y uno de mis historiadores
favoritos. Sin duda, una hermosa frase que trasmite el sentimiento profesado
de los abuelos hacia los hijos de sus hijos.
Y es que con los nietos los abuelos se liberan y se realizan. Ya no pesa sobre
ellos la responsabilidad de educarlos y bien criarlos, esa recae ahora en los
padres, así que se pueden dar el lujo de consentirlos sin remordimiento y
corregirlos sin severidad.
El infinito amor que los abuelos profesan por la segunda generación de su
descendencia no solo ha servido para redactar emotivos poemas o frases
hermosas, como la de mi amigo Catón, sino también ha sido la causa que la
especie humana haya incrementado su longevidad enormemente y se haya
consolidado como la preponderante en el planeta.
En el libro titulado “La muerte contada por un sapiens a un neandertal”, de
Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga, leí una teoría interesante al respecto
llamada “la hipótesis de la abuela”. Según esta idea, los seres humanos
estábamos programados para vivir alrededor de 50 años. Basan este supuesto
en que, junto con los elefantes, las mujeres son los únicos seres en llegar
menopausia. Es decir, todas las demás especies, a excepción de los ya citados
paquidermos, mueren siendo reproductivos.
Según esa hipótesis, hemos podido prolongar la vida gracias al desarrollo de la
inteligencia, de la vida en comunidad, del avance de la medicina, de los logros
de la ciencia y, principalmente, del amor de los abuelos. De hecho, la relación
entre abuelos, padres y nietos ha sido simbiótica; es decir, es de ida y vuelta,
benéfica para todos.
Desde la Prehistoria, los niños han sobrevivido gracias al cuidado y la crianza
de los abuelos, con o sin la ausencia permanente de los padres; los papás han
podido tener más hijos y realizar actividades productivas, como caza y
recolección, dejando con sus padres a sus hijos en resguardo; y los abuelos han
tenido una razón biológica para prolongar su existencia: el cuidado de sus
nietos.
Aunque los hijos cuentan con la mitad de los genes de cada padre y una cuarta
parte de cada abuelo, esta dilución genética no merma en el cariño que
sienten entre ellos. Son de esas maravillas inexplicables de la vida que la
hacen más armoniosa para todos y que explica parte importante de nuestro
desarrollo como sociedad.
El 28 de agosto celebramos el Día del Abuelo. Yo ya no tengo a los míos, pero
cuando los tuve los amé y disfruté muchísimo. Mi reconocimiento,
agradecimiento y felicitaciones a todos ellos, especialmente a los abuelos de
mis hijos, que con su infinito amor se han convertido en la adoración de ellos y en un invaluable apoyo para nosotros, los padres, en su crianza.