
Balazo en el pie
Los aranceles que el presidente Trumnp ha postergado nuevamente tienen una
lógica económica. Veamos algunas de las consecuencias que su aplicación
tendría para Estados Unidos:
Inflación: un arancel distorsiona el mercado y lo aleja de su eficiencia. Gran
parte del mismo tendrá que ser absorbido por el consumidor final, sobre todo
en aquellos bienes que no tengan forma de sustituirse con un producto local, y
aunque existiese, será sin duda más caro, ya que los costos de producción,
sobre todo de mano de obra, son sustancialmente superiores en Estados
Unidos.
Esto generará inflación en nuestro vecino del norte, donde los ciudadanos son
muy sensibles incluso a cambios marginales en los índices de precios.
Competitividad: La relación comercial entre ambos países está
profundamente interconectada. Muchas industrias, especialmente la
automotriz y manufacturera, dependen de insumos que cruzan la frontera
varias veces antes de convertirse en productos terminados. La imposición de
aranceles afectaría no solo a empresas mexicanas, sino también a compañías
estadounidenses que dependen de estas cadenas de suministro, encareciendo
productos y afectando la competitividad de toda la región, dejando a Estados
Unidos más expuesto ante la ola comercial asiática.
Predominancia comercial: hace cinco años, Estados Unidos dominaba el
comercio prácticamente en todos los continentes. Actualmente, fuera de
Europa central, la península escandinava y centro y Norteamérica, China lo ha
desplazado. Al establecer barreras comerciales a sus vecinos, obligaría a
Canadá y a México a buscar profundizar su interacción comercial con otros
país, China principalmente, lo cual lo dejaría en una posición más vulnerable.
Los mercados reaccionan de manera adversa a la incertidumbre. La amenaza
de aranceles genera desconfianza en inversionistas, lo que puede traducirse en
una menor inversión extranjera directa en México y, por lo tanto, una
afectación a la cadena norteamericana de suministro.
Más allá del impacto económico, los aranceles tensarían las relaciones
diplomáticas entre ambos países. México es un socio estratégico en temas de
seguridad, migración y comercio. Una política arancelaria agresiva podría
afectar la cooperación en estas áreas y llevar a represalias comerciales que
perjudiquen aún más a ambas economías.
Si bien los aranceles pueden ser utilizados como herramienta de presión
política, sus efectos secundarios serían perjudiciales para ambas naciones. El
próximo año habrá elecciones de representantes al Congreso, y con un
electorado descontento por las razones antes expuestas, el presidente Trump
podría perder su escasa mayoría.
Con los aranceles Estados Unidos se estaría dando un balazo en el pie. En lugar
de medidas unilaterales, es fundamental fortalecer la cooperación para
encontrar soluciones que no comprometan el desarrollo económico ni la
estabilidad de nuestras economías.