
Menos la muerte
Cuando uno tiene que enfrentarse a la toma de decisiones suele toparse con
dos tipos de problemas. Los problemas complicados y los complejos. Los
primeros tienen un origen claro y conocido, cuentan con soluciones probadas y
conocimiento demostrado, relaciones causa-efecto predecibles, suelen tener
soluciones únicas y ser resueltos por especialistas.
Los segundos provienen de causas multifactoriales, no cuentan con una teoría
preestablecida, la relación causa-efecto es incierta, se requiere de la
participación de varias partes para su resolución y suelen tener varias
posibilidades y necesitar múltiples actores para su solventación.
Los problemas complicados a veces requieren soluciones simples, tan simples
que no las vemos. “Tal vez sea la propia simplicidad del asunto lo que nos
conduce al error”, escribió el poeta norteamericano Edgar Allan Poe.
Mencionaré dos ejemplos de este tipo de problemas de gran relevancia:
Cuando comenzó a popularizarse el uso del automóvil como medio de
transporte, a principios de los años cincuenta, se generó gran preocupación en
la industria por el desbocado incremento en las muertes por accidentes viales.
Inversiones multimillonarias realizó la industria automotriz tratando de
incrementar la seguridad de los vehículos: salpicaderos acolchados, materiales
más resistentes, sistemas de frenos mejorados, volantes más seguros, por
mencionar algunos.
En esos momentos entra en escena, en su faceta de alto ejecutivo de Ford
Motor Company, Robert McNamara, quien en otra faceta de su vida fuera el
secretario de Defensa que iniciara el ominoso conflicto armado de Estados
Unidos contra Vietnam.
McNamara, además de por su genio militar, era reconocido por su practicidad
en la resolución de conflictos. Ideó una solución que reduciría en 5 veces las
muertes por accidentes de tráfico, invirtiendo algo así como 25 dólares por
vehículo: la introducción del cinturón de seguridad.
En los albores de la era espacial, los astronautas se topaban con el problema
de no poder hacer apuntes fuera de la atmosfera porque, ante la ausencia de
gravedad, las plumas no funcionaban. La NASA invirtió grandes cantidades de
recursos diseñando un bolígrafo que expulsara la tinta a presión para subsanar
el problema. Los rusos fueron más prácticos y utilizaron un lápiz.
El problema del cambio climático es por demás complejo. No hay soluciones
únicas ni fáciles, pero de que existen, existen. Suele decir mi padre que todo
tiene solución en esta vida menos la muerte, así que trabajemos todos en ellas
antes de que sea demasiado tarde y terminemos por aniquilar la vida del
planeta. Y entonces sí, ya no habrá solución al problema.