![El huevo y la gallina de las instituciones](https://laeleccion.com.mx/wp-content/uploads/2023/05/Untitled-design-7-1536x864-1-850x560.jpg)
El huevo y la gallina de las instituciones
Cuando analizamos las razones del éxito y fracaso de las naciones nos topamos
éstas triunfan, entre otros factores, por la solidez, la eficiencia y la
funcionalidad de sus instituciones. Bueno, cuando menos esa es la conclusión
de los gurús expertos en la materia y los escritores de libros sobre desarrollo
económico.
Pero, a todo esto, ¿qué son las instituciones? Me gusta la definición que nos
ofrece una de las voces más autorizadas para hablar sobre el tema, ganador de
Premio Nobel de Economía precisamente por sus investigaciones y hallazgos
sobre las técnicas cuantitativas aplicadas al estudio de las instituciones:
Douglass North.
“Las instituciones son las reglas del juego en una sociedad, o de una manera
más formal, las limitaciones humanamente diseñadas que dan forma a la
interacción humana”. Dicho de otra manera, las instituciones son las líneas de
acción que los miembros de una sociedad deben seguir para reprimir los
instintos primitivos que nos llevarían a destruirnos, lo que nos permite vivir en
armonía.
¡Pues ya está! Si todo lo que tenemos que hacer para ser un país exitoso es
contar con buenas instituciones, pues que los legisladores lleven las
propuestas a sus congresos y que los cabildos modifiquen los reglamentos. Más
fácil aún, ¿por qué no copiamos la legislación de los países más desarrollados
del mundo y ¡pum!, nos volvemos una superpotencia?
Desgraciadamente no funciona así. De hecho, las instituciones de una sociedad
solo reflejan su cultura y sus valores, no los crean. Y como éstos suelen ser
dinámicos, también lo deben de ser las instituciones, de otra forma corren el
riesgo de quedarse ancladas al pasado y hacerse obsoletas.
Para que las instituciones sean buenas y funcionen no solo se requieren leyes
buenas y funcionales, eso es solo una parte de la ecuación. Se necesitan
también poderes ejecutivos responsables y poderes judiciales incorruptibles,
así como órganos autónomos que revisen todo el proceso y ciudadanos
comprometidos, que observen, denuncien y prediquen con un ejemplo cargado
de valores.
Las instituciones funcionales debieran crear orden y reducir la incertidumbre.
Incluso, las instituciones, nos dice North, son más importantes que los avances
tecnológicos para incidir en el desarrollo económico de una sociedad. De ese
tamaño es su importancia.
Se requiere muchos años, a veces siglos, para consolidar las instituciones, y
solo poco tiempo para destruirlas. Claro que todas son perfectibles y deben ser
adaptadas, pero dinamitarlas de un solo golpe solo crea caos y disrupción
social.
¿Debemos adaptar las instituciones a nuestra aspiración cultural y de valores?